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    “La trampa” retrata la corrupción del poder en una comunidad de Oaxaca

    La violencia derivada de los más graves desajustes económicos de México repercute en toda la población y en todos los niveles de la sociedad. Afecta las estructuras del poder, la esfera política y también la vida cotidiana de la ciudadanía, tanto en las grandes urbes como en los espacios más recónditos de las zonas rurales.

    En su obra, el artista Edgardo Aragón vincula esta trama conflictiva con su propia historia familiar y comunitaria.

    Aragón, nacido en Oaxaca en 1985, ha creado, sobre todo mediante el uso del video, una cosmología personal en la que orbitan sin parar temas como el narcotráfico, el poscolonialismo, el extractivismo y las múltiples formas de corrupción desde el poder. Su obra se ha expuesto en instituciones como el Jeu de Paume (París) o el MoMA PS1 (Nueva York), entre muchas otras.

    La instalación en tres canales de video titulada La trampa, forma parte de la Colección del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) y se presenta hasta el 6 de abril de 2025 dentro del ciclo expositivo “Genealogías y disidencias”, una iniciativa del Museo que permite visibilizar y pensar su colección desde nuevos parámetros; es decir, como algo vivo que se puede organizar y reorganizar en torno a núcleos expositivos.

    La trampa nos sitúa en una comunidad montañosa de difícil acceso, que se ubica a unas cinco horas de la ciudad de Oaxaca, en camino hacia el Istmo de Tehuantepec, donde vivieron el abuelo y el padre del artista. Ahí hubo un importante cultivo de marihuana que, según nos contó Aragón, involucró a una parte de la población, al ejército y a ciertos grupos criminales.

    “El primer canal es una documentación del paisaje del lugar. La segunda parte es una recreación de los vuelos clandestinos que se hacían en ese lugar, porque era un aeropuerto ilegal enclavado en la montaña, y la tercera, es un corrido que se escribió a partir del último evento trágico del lugar, pero permaneció perdido por 40 años, pues el músico no era famoso, estuvo en el último enfrentamiento con el ejército, logró escapar y a partir de ahí lo escribió”.

    Aragón filmó en el lugar una avioneta alquilada, que traza con su vuelo las rutas de aterrizaje y despegue que debieron seguir en los años 70 las aeronaves de los narcotraficantes. Así como a los músicos que interpretan el corrido, sobre el incendio de una avioneta para destruir su cargamento y el subsiguiente enfrentamiento con el ejército.

    “El ejército estuvo cuarenta años en la comunidad. Quedaron algunos restos del último avión como turbinas y otros elementos. Y mucha memoria colectiva. Mi abuelo me contaba, ya que nosotros somos de ahí, que cuando iba a sembrar su parcela veía unas avionetas muy grandes, de dos motores, que a veces las cargaban de más y terminaban estrellándose en la montaña.

    “Esto también se narra en el corrido. Es el único municipio de Oaxaca donde el ejército ha ejercido un control policial durante décadas, porque querían controlar lo que sucedía ahí, y lo que eso involucra: violación de derechos humanos, asesinatos, venta y control de las drogas y del mercado negro”, señaló el artista.

    El ejército fue desplazado a otras zonas durante la administración de Felipe Calderón, nos explicó Aragón, pero la comunidad no ha cambiado tanto.

    “Lo único que ha cambiado es la tecnología, ahora tienen internet, pero la idiosincrasia, la segregación social y la pobreza siguen ahí”.

    A partir de la creación de este video, en 2011, Aragón comenzó otro derrotero artístico paralelo, la escritura de corridos, que interpreta con una banda, La recia del sur. Las canciones siguen la línea de su labor artística, hablan de personas desechadas por el capitalismo.

    “Son gente que está obligada a dedicarse a lo que se tiene que dedicar, o a ser migrante, pollero, sicario, etc. Le hicimos un corrido a un chico de la noche de Iguala o a un adolescente de la frontera que fue asesinado por un agente de la migra, también a mi abuelo, que tuvo que matar a alguien en defensa propia y luego se volvió alcohólico y después rezador”.

    Gaceta UNAM

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