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    Más de mil personas han muerto tras el violento ataque terrorista de Hamas a Israel

    El primer ministro Benjamín Netanyahu advirtió este domingo a los israelíes que se prepararan para una guerra larga y difícil. El anuncio sucedió un día después de que Hamas, el grupo militante palestino que controla la Franja de Gaza, lanzó su mayor ataque sorpresa en décadas.

    Israel respondió con enormes ataques contra ciudades de la Franja de Gaza, que está bloqueada, destruyendo decenas de edificaciones, mientras Hamas seguía lanzando cohetes contra Israel. Hasta el momento, más de 1100 personas han muerto en Israel y Gaza, según las autoridades, y se espera que el número de víctimas aumente.

    Los israelíes se preguntan cómo es posible que su gobierno, su Ejército y sus servicios de inteligencia se vieran sorprendidos por un asalto de esta complejidad y envergadura, un acontecimiento sin precedentes recientes.

    Hamas comenzó a disparar miles de cohetes el sábado por la mañana, alcanzando objetivos tan lejanos como Tel Aviv y las afueras de Jerusalén, lugares que rara vez reciben impactos directos debido al sofisticado sistema de defensa antimisil israelí, llamado Cúpula de Hierro.

    Alrededor de una hora después de los primeros ataques con cohetes, los militantes de Hamás cruzaron a Israel por tierra, mar y aire, según el ejército israelí. Lo anterior dio lugar a las primeras batallas campales entre fuerzas israelíes y árabes en suelo israelí en décadas.

    Los militantes se infiltraron en 22 ciudades y bases militares israelíes y tomaron como rehenes a civiles y soldados, muchos de los cuales fueron trasladados a Gaza. Las autoridades habían informado de la muerte de al menos 700 israelíes hasta el domingo.

    Muhammad Deif, líder del ala militar de Hamas, dijo en un mensaje grabado que el grupo había decidido lanzar una “operación” para que “el enemigo comprenda que el tiempo de su violencia impune ha terminado”.

    Mencionó la ocupación israelí de Cisjordania, que tomó la región durante la guerra árabe-israelí de 1967, las recientes incursiones de la policía israelí en la mezquita de Al-Aqsa, en Jerusalén, y la detención de miles de palestinos en cárceles israelíes.

    El recinto de la mezquita de Al-Aqsa, venerado por los musulmanes como el Noble Santuario y por los judíos como el Monte del Templo, es uno de los lugares más disputados de Tierra Santa.

    “Estamos en guerra y la ganaremos”, dijo Netanyahu en una declaración televisada el sábado, al anunciar que los reservistas militares eran llamados a filas. Se han enviado tanques al sur, lo que ha avivado las especulaciones sobre la posibilidad de que Israel envíe fuerzas terrestres a Gaza. Se ha reforzado la frontera en el norte y los soldados seguían luchando el domingo para expulsar a los militantes de algunas comunidades infiltradas en el sur.

    Aviones israelíes lanzaron ataques aéreos sobre Gaza que, según el ejército israelí, destruyeron centros que albergan a militantes de Hamas. Funcionarios palestinos dijeron que un hospital había sido alcanzado, junto con edificios de varios pisos, viviendas y una mezquita. Hasta el domingo por la mañana, el Ministerio de Salud en Gaza dijo que al menos 413 palestinos habían muerto y 1, 990 habían resultado heridos, la mayoría dentro de Israel y el resto en el enclave.

    Desde que Hamas tomó el control de la franja costera en 2007, Gaza está sometida a un asfixiante bloqueo israelí respaldado por Egipto. El bloqueo impide a la mayoría de la población salir del territorio y restringe la importación de bienes, incluidos equipos electrónicos e informáticos que podrían utilizarse para fabricar armas.

    El implacable y mortífero conflicto entre israelíes y palestinos ya tiene dos siglos. Los enfrentamientos —incluidos los de mayo de 2021, cuando la policía israelí asaltó la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén, lo que en parte contribuyó a desencadenar una guerra de 11 días entre Israel y Hamás— han dejado miles de muertos.

    ©The New York Times

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