Simone Biles ya ha reescrito los libros de historia, consolidándose como una leyenda de la gimnasia artística.
Su nombre se ha convertido en sinónimo de excelencia y de superación de límites en todos los sentidos, y su impacto trasciende la competición. Su influencia es mundial y profunda: desde ser pionera en los movimientos innovadores que llevan su nombre hasta abogar por la concienciación sobre la salud mental.
A pesar de su dilatada carrera, de sus innumerables galardones y de haber iniciado una conversación sobre salud mental que ha cambiado la forma de ver este importante aspecto en el deporte, Biles aún no ha terminado.
Tras las dificultades vividas en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, donde se retiró de la final femenina por equipos y de cuatro finales individuales posteriores para dar prioridad a su salud mental, Biles ha manifestado su deseo de redimirse.
“Nuestras actuaciones en Tokio no fueron las mejores. Tampoco estábamos en las mejores circunstancias», dijo Biles durante el selectivo de Estados Unidos. “Pero siento que tenemos mucho peso sobre nuestros hombros para salir ahí fuera y demostrar que somos mejores atletas, que somos más maduras, que somos más inteligentes, que somos más consistentes”.
“Este es sin duda nuestro viaje de redención”.
Para Biles, los Juegos Olímpicos de París 2024 no representan una competición más, sino una oportunidad de reafirmar su inigualable legado dentro y fuera de la competición.